jueves, 1 de mayo de 2008

Elegy

Sofá cuadrilátero (Estudio Alchimia)

Como antítesis de la geometría de la Bauhaus y como revulsivo a la racionalización y al aburrimiento en el diseño aparece el estudio Alchimia en el Milán de los 80, se ríen de la rigidez de los principios alemanes y proponen impulsar lo artístico. La belleza es también una necesidad en los objetos cotidianos.

La semana pasada escuché en el cine una frase que creo que era más o menos así: “Las mujeres guapas son invisibles”. La frase se refería a que cuando una mujer es guapa es más fácil quedarse en la superficie y no llegar a conocerla; si nos gusta el envoltorio estamos tan entretenidos que tardamos mucho en conocer lo que esa persona es en realidad.

Si ampliamos esta idea al mundo del diseño el significado también se cumple. Cuando observamos un sofá con formas redondeadas y aspecto acolchado decidimos por la vista que es cómodo hasta tal punto que aunque no cumpla con los criterios de la ergonomía (adaptación del producto al hombre) tardaremos también en percatarnos de que en realidad el sofá no era cómodo como pensábamos, entonces diremos; “joe, me quedé dormido en el sofá y tengo un dolor de espalda…” (El sofá no se debe utilizar para dormir).

Y así con esta idea de engañar desde la superficie nos engañan los diseñadores, compramos bolígrafos inútiles para escribir más de tres líneas, teteras que vierten por fuera de la taza, abre fáciles que no son tan fáciles y sofás incómodos, por ejemplo.

Intentando evitar este tipo de situaciones se apela al funcionalismo como única vía de belleza en los objetos, ¿pero a caso no se come también por los ojos?